Un país dividido y afectado por una pandemia que genera 100 mil nuevos infectados por día merecía algo mejor que el espectáculo de aferramiento al poder al que estamos asistiendo.

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El presidente de Estados Unidos está dando un ejemplo de lo que no debe hacer un estadista responsable que vela por la cohesión de su país y la vigencia de los valores democráticos. Ante la evolución del escrutinio electoral, Donald Trump ha retomado su retórica sobre el fraude, sin la menor evidencia y haciendo correr el riesgo de caos y violencia. Es cierto que los resultados son más reñidos que lo previsto por los institutos de sondeo. Y es cierto también que ya sucedió el 2000 que el candidato que perdió el voto popular, terminó ganando gracias al sistema de elección indirecta a través de los delegados que cada uno de los Estados envía al Colegio Electoral. Pero en este caso se trata del presidente saliente que fragiliza la confianza en la autoridad electoral y que parece esperar la intervención de la Corte Suprema, en la que él ha designado a seis de los nueve miembros. El conteo de los votos populares atribuye a Joseph Biden una ventaja de casi cuatro millones y la distribución por Estados permitiría que Nevada le otorgue los seis delegados que le faltan para contar con la mayoría de 270 necesaria en el Colegio Electoral. En cualquier caso, un país dividido y afectado por una pandemia que genera 100 mil nuevos infectados por día merecía algo mejor que el espectáculo de aferramiento al poder al que estamos asistiendo.

Entre los proyectos de inversión que han estado trabados durante años uno de los más dolorosos es el de la irrigación de las pampas de Siguas, también llamado Majes II, en Arequipa. Se trata de una Asociación Público Privada, APP, que permitiría incorporar a nuestra superficie agrícola más de 38,000 hectáreas destinadas a la agro-exportación. El proyecto se detuvo el 2010 porque el gobernador del Cusco cuestionó el uso de aguas del río Apurímac, que según él privaría de recursos hídricos a la provincia de Espinar. La suspensión fue utilizada por el concesionario que se sentía perjudicado por las exigencias definidas por el Tribunal Constitucional. Pero esta semana, el gobierno ha ofrecido su aval a la inversión adicional requerida para mejorar la tecnología de riego. El retraso de este proyecto, es tanto más nocivo que la agricultura de exportación es, junto a la minería, uno de los sectores productivos que está mitigando la caída económica producida por la pandemia.

Y mientras la mayoría de los dirigentes políticos y candidatos agotan su mirada en el corto plazo, el director del Centro Wiñaq se esfuerza en esbozar una lista de los escenarios que se plantean para el Perú del 2050. El Comercio destaca que el consultor de planeamiento estratégico Sebastiao Mendonça, director de Wiñaq, fue orador del prestigioso

Foro Digital TED, en su versión TUKUY. Mendonça sostuvo que hoy contamos con la información y los medios necesarios para diseñar el camino hacia un país desarrollado. Para eso, Mendonça propone la elaboración de políticas públicas que eviten tres malos escenarios posibles: Un Perú inercial arrastrado por los problemas de siempre, un Perú autoritario donde el gobierno vive enfrentado a la población y un Perú fragmenado incapaz de asegurar la gobernabilidad. Contra esos tres modelos, Mendonça diseña una visión de un Perú desarrollado, es decir una sociedad regida por una clase media que gana tres veces más que ahora, donde el sector formal se ha expandido y donde los jóvenes cuentan con universidades de calidad. Para acercarnos a ese modelo, la clave radica en la concertación entre el Estado y la empresa privada, así como en el fomento del emprendurismo y de la calidad de los servicios públicos. El 2050 parece lejos, pero hasta los caminos más largos comienzan con los primeros pasos.

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