Algunos han hablado de actitud pre-golpista, de intento de quiebre del orden constitucional, de voluntad de arrinconar al Congreso y de servirse de él como si fuera una mesa de partes. Otros, como el vocero del Frente Amplio han creído ver un inútil “show mediático”, mientras que en Nuevo Perú lamentan un peligroso “juego de puñales”.
El flamante congresista Luis Iberico se dice decidido a “defender los fueros” del Congreso. El portavoz de la bancada fujimorista, Carlos Tubino, ha llamado a los ciudadanos a mantener la vigilancia y ha alertado a las “entidades internacionales” sobre el proceso en curso en el Perú. Jorge del Castillo se interroga cuál es “el siguiente paso” y se pregunta si no se trata de la ejecución de un plan para disolver el Congreso.
Víctor Andrés García Belaunde ironiza sobre el activismo del presidente Martín Vizcarra y le recomienda que vaya a Fuerabamba o incaute activos de Odebrecht y, ¿por qué no?, que degrade al general Edwin Donayre. Más silenciosos se han mostrado los congresistas oficialistas, e incluso Carlos Bruce, hasta hace pocos meses ministro, ha dicho no comprender la actitud del Jefe de Estado.
¿Cómo ver este choque?
Si miramos la crisis desde el punto de vista del mediano plazo, la protesta reforzada ayer por la presencia de Martín Vizcarra en la sede del Congreso no es sino una nueva variante de la exacerbación política causada por los resultados electorales del 2016. Pedro Pablo Kuzcynski ganó por escasísimo margen y Keiko Fujimori no reconoció el veredicto del Jurado Nacional de Elecciones. Entretanto los dos actores de esa polarización se hayan implicados en graves casos de corrupción y nuestro país no logra diseñar un camino que permita el restablecimiento de la confianza ciudadana y la reactivación económica.
Si miramos la crisis desde el punto de la vista de la coyuntura, el factor detonante ha sido la actitud de la bancada fujimorista respecto al primero de los doce proyectos de ley presentados por el Ejecutivo para concretar la reforma política: el referido a la inmunidad de los Congresistas. El tema ha producido una indignación generalizada por el caso del general-congresista Edwin Donayre, condenado y desaforado, pero prófugo.