Las cosas como son
Vulnerabilidad de nuestras poblaciones originarias

Visitas mal preparadas de autoridades y violaciones manifiestas de protocolos sanitarios elementales habrían causado que 600 de los 800 nativos de Pucacuro se hallen infectados por el coronavirus.

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Comunidades nativas en riesgo por la COVID-19. Fuente: Imagen referencial: Andina

Si algo bueno puede salir de la dolorosa experiencia que estamos viviendo es adoptar un poco de humildad en nuestra pretensión de conocer la naturaleza y dominarla. Miles de millones de virus han existido antes de la aparición del ser humano y muchos seguirán existiendo cuando nuestra especie se haya extinguido. Nadie posee el conocimiento suficiente sobre el nuevo virus aparecido en China, como lo prueba el fracaso de Estados Unidos, el país que más invierte en investigación, tecnología y laboratorios. Pese a contar con las mejores universidades se acerca a los cien mil muertos, enfrascado en querellas indignas a pocos meses de elecciones en las que se vuelve a presentar Donald Trump.

Lejos de buscar la unidad entre los dos partidos y de liderar las iniciativas globales, su clima fratricida se agrava poniendo en dificultad la eficacia del ejecutivo federal y la de los gobiernos de los cincuenta estados de la Unión. La actitud que corresponde ante un fenómeno natural nuevo es la búsqueda de conocimiento por acumulación de evidencias y por la formulación de hipótesis que se confrontan con los hechos. A ese método se llama ciencia. En el caso de la medicina su campo de conocimiento está enmarcado desde 1948 por la Organización Mundial de la Salud.

En los peores momentos de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética supieron colaborar para buscar una vacuna contra la viruela, que logró ser erradicada en 1980. Pero ahora el mundo se encamina a una polarización exacerbada entre las dos más grandes potencias, obligando a países que buscan soluciones médicas a correr el riesgo de represalias de Washington o complicidades indignas con presiones ejercidas contra Hong Kong o Taiwán. La OMS ha retirado de su lista de recomendaciones un medicamento, la hidroxicloroquina. Ese medicamento es defendido ardorosamente por Donald Trump y aquellos que incurren en una actitud que parecía imposible: el populismo ante la ciencia, el cuestionamiento de las instituciones y publicaciones científicas, como, en este caso, la revista The Lancet.

Lejos de estos temas globales y ajenos a la arrogancia de los que pretenden dominar el mundo, nuestros compatriotas de comunidades nativas están pagando las consecuencias de ideas cándidas de progreso y prosperidad. Así se lo dijo al Dr. Elmer Huerta el Apu Emerso Mucushua de la comunidad de Pucacuro, en el distrito loretano de Trompeteros. Visitas mal preparadas de autoridades y violaciones manifiestas de protocolos sanitarios elementales (mascarillas, distancia social) habrían causado que 600 de los 800 nativos de Pucacuro se hallen infectados por el coronavirus. Nuestros compatriotas de poblaciones originarias vivían en sus territorios miles de años antes de la llegada de los españoles, integrándose a la naturaleza, honrando a sus ancestros y sus dioses, desarrollando sus propias lenguas y sobreviviendo al embate de la codicia y las contaminaciones llegadas de fuera. El año pasado vivieron en emergencia sanitaria a causa de sucesivos derrames de petróleo que afectaron gravemente su hábitat. El gobernador regional de Loreto debe expresarse hoy en Ampliación de Noticias, y nos dirá si se aplica ya un plan que nos libre de la vergüenza de no haber sido capaces de actuar con respeto frente a una de las poblaciones más vulnerables de nuestro país.

Debemos prestar atención a la situación de nuestros vecinos. Brasil se ha convertido en el segundo país por el número de muertos y paga las consecuencias de la voluntad de Jair Bolsonaro de minimizar la gravedad de la pandemia. Chile superó ayer su récord de infectados en un día, 4,895. Sebastián Piñera ha reiterado su llamado a un Acuerdo Nacional, sin que por el momento haya una explicación clara de las razones de este inesperado resultado. Los hechos parecen verificar lo que dijo desde el primer momento el infectólogo norteamericano Dr. Anthony Fauci: “El cronograma no lo imponemos nosotros. Lo impone el virus”.

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