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Pese a que era un riesgo que sabíamos que corríamos, el viaje de Eliane Karp a Israel es un golpe contra la esperanza de que se haga justicia en todos los casos de corrupción. Es decir, a todos los implicados, sin consideraciones ni sesgos políticos. La esposa de Alejandro Toledo vivía en Estados Unidos, país que debía pronunciarse sobre su extradición para ser juzgada por su participación en el caso de lavado de activos denominado Ecoteva. Se trata de una causa diferente a la de la carretera interoceánica que motivó la extradición de su marido.
Después de la extradición de Alejandro Toledo, Karp recibió de la Justicia norteamericana su pasaporte y el dinero que había sido pagado como caución para obtener el arresto domiciliario de Toledo. La corte Suprema del Perú aprobó demandar la extradición de Karp en marzo del 2020, atendiendo a la solicitud del equipo especial de la Fiscalía dedicado a los casos de la trama Lava Jato. El gobierno aprobó en abril del 2021 la solicitud de la Corte Suprema y la presentó ante la Justicia de Estados Unidos. Más de dos años han transcurrido desde entonces, sin que exista un pronunciamiento judicial. Karp hace ahora en Estados Unidos lo mismo que hicieron ella y su marido en el Perú: partir cuando la resolución judicial parecía inminente.
Ahora será más difícil obtener su extradición, porque Karp posee la nacionalidad israelí. Los argumentos judiciales del caso Ecoteva cuentan con la declaración anticipada de Joseph Maiman, quien vivió los últimos años de su vida y falleció precisamente en Israel. Por ahora, lo que podemos esperar es que el juicio tenga lugar y que la ausencia de Karp no altere el establecimiento de la verdad ni la condena a los responsables. Y eso requiere, naturalmente, tenacidad por parte de los Fiscales que han llevado a cabo las investigaciones desde hace más de seis años. Incluyendo, por supuesto, al fiscal José Domingo Pérez.
Las cosas como son
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