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Turbulencias políticas y la ciencia del clima

Más nos vale decidirnos de una buena vez a adaptarnos al fenómeno global del cambio climático y mostrarnos a la altura del desafío mayor de nuestra generación.

17 de marzo del 2023
Fernando Carvallo
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Los responsables del ENFEN nos han prevenido sobre la posibilidad de tener un otoño y un invierno calientes. | Fuente: Andina | Fotógrafo:

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Es posible que algún día se diga de nuestra época que constituyó un período “bizantino” de nuestra evolución. Con esa expresión se designa lo sucedido en Bizancio en 1453, cuando sofisticados teólogos discutían sobre la naturaleza de los ángeles mientras los otomanos se aprestaban a conquistar la ciudad y poner un término a mil años de Imperio Romano de Oriente.

En nuestro caso, en vez de discutir sobre ángeles, lo que hemos hecho es mantener un clima de polarización que ha venido desquiciando nuestro sistema político y perturbando un largo período de expansión económica y alternancias democráticas.

Y ahora, en vez de otomanos, lo que tenemos es la amenaza del cambio climático. Nos asustó la presencia de un ciclón cerca de nuestra costa norte, que luego se desplazó hacia el sur y que actualmente se disuelve en su marcha hacia el Oeste.

Pero el agua del mar sigue más caliente que de costumbre y cada día descubrimos la vulnerabilidad de nuestro territorio, lleno de quebradas que creíamos secas y que de pronto se activan.

Finalmente, ayer, los responsables del Estudio del Fenómeno del Niño, ENFEN, nos han prevenido sobre la posibilidad de tener un otoño y un invierno calientes, que desemboquen en un fin de año con Niño.

Más nos vale decidirnos de una buena vez a adaptarnos al fenómeno global del cambio climático y mostrarnos a la altura del desafío mayor de nuestra generación. Todos los aspectos de nuestra realidad natural van a ser impactados, desde la reducción patente de los glaciares hasta las especies del mar, desde las extensiones desérticas de la costa hasta la selva que seguimos deforestando.

No estamos ante posiciones políticas, ni delirios conspiranoicos. Debemos dejar de dar la espalda a la ciencia, preservar las riquezas de nuestro territorio y asumir el deber de dejar el país en mejor estado para nuestros hijos y nuestros nietos.

Las cosas como son

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