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Los electores colombianos han decidido que la segunda vuelta presidencial sea disputada entre el candidato de izquierda Gustavo Petro (40%) y el populista antisistema Rodolfo Hernández (28%). Por primera vez en más de medio siglo no pasan de la primera vuelta los candidatos de los dos partidos que dominaron la vida política de nuestro vecino: el partido conservador y el partido liberal. Tampoco pasó la valla el candidato del uribismo, Federico Gutiérrez. Un candidato que se reconocía de centro, Sergio Fajardo, quedó en cuarto lugar con menos de 5%. Se registró un ausentismo de 45%, lo que podría suceder en el Perú si prosperase la iniciativa de modificar el carácter obligatorio del voto. Los que votaron expresaron una fuerte aspiración al cambio que encarnan cada uno a su manera los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta. Una paradoja es que Petro pueda ser visto como un representante más del “establecimiento”, es decir uno más de “los mismos de siempre”, tal como lo calificó su contrincante Hernández. Es cierto que Petro ha sido parlamentario durante varios mandatos, así como alcalde de Bogotá. Vale la pena destacar que los cuatro más votados han sido alcaldes, puesto que Hernández lo ha sido en Bucaramanga y tanto Gutiérrez como Fajardo en Medellín. El electorado no ha sancionado a Hernández por su ausencia en los debates oficiales, ni por sus declaraciones contra la participación política de las mujeres y menos aún por su confesada admiración al dictador nazi Adolf Hitler. Incluso parece haberlo favorecido el presentarse a los 77 años como El rey del Tik Tok. Si gana Hernández, el brasileño Bolsonaro y el salvadoreño Bukele habrá abierto un camino populista que ahora seguiría Colombia. Si gana Petro, los cuatro países de la Alianza del Pacífico tendrían, al menos por ahora, presidentes de izquierda.
Las cosas como son
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