Todos debemos sacrificar una parte de nuestras libertades para adaptarnos a una realidad de vida o muerte: mantener la distancia social, usar mascarilla y desde hoy mostrar la constancia de haber recibido dos vacunas.

Un azar del calendario ha hecho coincidir la conmemoración universal de los Derechos Humanos, hoy, con la entrada en vigencia en el Perú de nuevos deberes sanitarios. Todos los países miembros de la ONU tienen el compromiso de garantizar la vigencia la Declaración de los Derechos Humanos que dio contenido al nuevo horizonte de la humanidad que debía prevalecer después de dos guerras mundiales. Por eso la Declaración fue aprobada por la Asamblea de la ONU en 1948, sin votos contra.

El espíritu de los Derechos Humanos fue inspirado por los ideales de la Revolución Francesa que proclamó el 26 de agosto de 1789 el advenimiento de una sociedad de seres libres e iguales, capaces de relacionarse como hermanos. La pandemia plantea desafíos nuevos a la humanidad: la obligación de cuidarnos a nosotros mismos pero también a las personas de nuestro entorno cercano, así como a aquellas con las que debemos alternar en las calles, el transporte, los centros comerciales, los espacios de culto y de recreación.

Todos debemos sacrificar una parte de nuestras libertades para adaptarnos a una realidad de vida o muerte: mantener la distancia social, usar mascarilla y desde hoy mostrar la constancia de haber recibido dos vacunas. En todos los países existen minorías hostiles a la vacuna y decididas a no aceptar restricciones sanitarias. Como con el tabaco, el mercurio o el cinturón de seguridad, algún día recordaremos a los recalcitrantes como una minoría inspirada por el oscurantismo y una concepción extremista de las libertades individuales.

Las cosas como son