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Terminamos la semana sin haber ganado claridad sobre lo que nos espera en el plano político. El presidente de la República ha reiterado que no excluye la presentación de un voto de confianza en relación a su propuesta de reforma constitucional, lo que dará lugar a reacciones airadas, a argumentos pretendidamente imparciales y a maniobras disuasivas. La primera de las cuales es sin duda la amenaza de la vacancia, aunque resulta difícil reunir los 87 votos que serían necesarios para esta medida extrema.
El lunes se someterá a interpelación al ministro de Justicia, sesionará, finalmente, la comisión de Constitución y terminarán por reunirse Martín Vizcarra y Pedro Olaechea. Todo este ciclo de agudización de la polarización con fondo de desaceleración económica, conflictos sociales y lucha contra la corrupción será recordado sin duda como una nueva variante de nuestras dificultades para concertar acuerdos y, a falta de soluciones perfectas, optar por las viables.
Estas dificultades comenzaron antes de la República, con el inexplicado fracaso de San Martín y Bolívar para combatir juntos. Lo mismo vivimos durante la guerra con Chile y desde entonces nos ha conducido a tener una democracia precaria y uno de los índices más bajos de aprecio a nuestras instituciones.
Retomando las armas
El panorama entre nuestros vecinos tampoco es alentador. Evo Morales insiste en volver a postular ilegalmente, Jair Bolsonaro polariza el país y se complace con provocaciones, Argentina parece encaminarse nuevamente hacia el populismo y Venezuela profundiza cada día su senda hacia la arbitrariedad y el desastre económico. Pero la peor noticia nos llega de Colombia, donde un ex jefe guerrillero que se había comprometido con el plan de paz, anuncia que retomará las armas para ejercer “su derecho a luchar contra la opresión”. La misma retórica redentora que los caudillos han utilizado desde el siglo XIX y que termina con muerte, corrupción y subdesarrollo. Y como sabemos por nuestra propia experiencia con grupos armados, terminan por integrarse al negocio más próspero de nuestra región: el narcotráfico.
Toledo a la espera
La Justicia estadounidense se toma su tiempo para pronunciarse sobre el régimen judicial de Toledo durante su juicio de extradición. El juez Tomas Hixson ha argumentado que la documentación es vasta y por eso Toledo deberá permanecer en prisión por lo menos dos semanas más. Su esposa, Eliane Karp, ha repetido la misma cantaleta que escuchamos con frecuencia en nuestro país: “Yo creía que la Justicia existía en Estados Unidos, pero ahora veo que no”. ¿Cuándo veremos en el Perú a alguien capaz de reconocer sus faltas y de pedir perdón a su familia y al país? Como enseñan los grandes filósofos morales, la ambición, la codicia, el arribismo y el gusto por el lujo corrompen y nublan el entendimiento.
Santa Rosa
Por eso es importante inspirarnos por los ejemplos de la historia universal y la de nuestro país. Ese es el sentido de los días feriados. Hoy celebramos el único feriado religioso con tema específicamente peruano, la muerte de Santa Rosa de Lima, la primera persona canonizada del continente evangelizado algunas décadas antes de su nacimiento. Isabel Flores de Oliva fue objeto de devoción antes de morir a la edad de 31 años. Nunca fue monja, fue una laica que vivió su fe en las circunstancias de su época, marcada por una aspiración mística. Hija de un empresario minero, Santa Rosa es la patrona de América, pero en el Perú lo es también de la Policía Nacional, de las enfermeras y los mineros. En Filipinas es venerada por sus apariciones durante la ocupación japonesa en plena Guerra Mundial. La mejor expresión de su adaptación a los tiempos modernos es que el célebre pozo de los deseos en el que miles de devotos dejan cartas manuscritas, coexiste ahora con una dirección digital que recibe mensajes electrónicos de todos los rincones del mundo.
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