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El primer discurso del presidente Pedro Castillo evitó el tono confrontacional e incluso intentó tranquilizar sobre los dos aspectos que despiertan más inquietud: la política económica y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Respecto de lo primero afirmó que los cambios no deben representar un riesgo para los logros de los últimos años. Dijo también que no habrá expropiaciones y anunció medidas para aumentar la recaudación basadas en la lucha contra la evasión y la elusión fiscal. Sin embargo, adelantó un largo programa de inversión social y de proyectos de infraestructura, sin explicar las modalidades de su ejecución y financiamiento. El programa de empleo juvenil y dos líneas ferroviarias de sur a norte son los ejemplos más característicos. Respecto de lo político, el presidente reconoció el papel que le corresponde al Congreso en un eventual cambio de la Constitución y afirmó que todo el procedimiento se llevaría a cabo en el marco de la Constitución vigente.
Pero todo lo anunciado solo será viable si se asegura la calidad de la gestión pública. Por eso tan importante como el discurso, o más, es conocer el nombre de los que liderarán las carteras ministeriales, en particular el del primer ministro. El éxito de su gobierno dependerá de la capacidad que muestre Castillo de atraer técnicos que garanticen la eficiencia y la probidad, lo que supone que dé muestras de independencia frente al partido de Vladimir Cerrón.
En espera de nombramientos y clarificaciones, incluyendo el tema de la libertad de prensa, tenemos que lamentar la manera como fue tratado por el Congreso el expresidente Francisco Sagasti. En las relaciones humanas como en la política, los gestos cuentan tanto como las ideas y las normas.
Las cosas como son
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