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En momentos de hiperpolitización el ciudadano bajo presión tiende a ver el mundo dividido en dos campos totalmente contrapuestos y asociar toda la virtud con uno de ellos y todos los males con el otro. Por eso es bueno salir de ese marco mental y analizar problemas reales de los que depende el bienestar de la población. El proyecto de irrigación Majes Siguas, por ejemplo, que significaría para nuestro país la incorporación de más de 30,000 hectáreas de cultivo, la generación de energía eléctrica, la creación de 140,000 puestos de trabajo y el aumento de nuestras exportaciones.
¿Qué ha permitido que el proyecto Majes Siguas sea finalmente destrabado por un gobierno que está a punto de irse? ¿Una adenda, una partida presupuestal suplementaria decidida por el ministro de Economía Waldo Mendoza? ¿Una buena articulación entre el MEF y el cuestionado gobernador regional de Arequipa? Si uno mira de cerca, la política se expresa en gestión pública, es decir en la ejecución de proyectos que parecen no interesar a quienes prefieren vivir en una guerra retórica y alimentarse del miedo que se activa en tiempos de desgracia e incertidumbre.
Si necesitáramos un símbolo para enterrar definitivamente una época de mitología revolucionaria y ceguera ante el totalitarismo, bastaría con prestar atención a las declaraciones de la hija del “Che” Guevara. Instalada en las comodidades que da el régimen cubano a sus protegidos, la señora Aleida Guevara afirma que los manifestantes en Cuba son “gente de baja calaña” y pide a la policía reprimirlos con mano dura. ¿Tanto esfuerzo cuesta aceptar que ninguna ceguera ideológica impedirá que los seres humanos aspiremos a mejorar nuestras condiciones de vida y a vivir en libertad?
Las cosas como son